Las reformas educativas en nuestro país así como en muchos otros, tienden a la mejora de múltiples aspectos que conforman el entramado concepto de educación; con la eminente globalización resulta común encontrar aspectos cada vez más similares entre propuestas de reformas educativas de un país a otro. En el caso de México, España ha sido el eterno modelo a seguir, tomando de dicho país paradigmas que son aplicados al nuestro sin siquiera medir las consecuencias del impacto que puede ocasionar, puesto que lo importante para nuestras autoridades educativas en turno es dejar su huella, su “gran” aporte a la educación de este diverso país que es México.
Como el propio autor en su crítica a la Reforma Educativa, que fue puesta en marcha en España, lo plantea “en definitiva, es el entorno de cada país, la propia historia, la cultura y la tradición educativa de cada uno lo que no puede ser olvidado. No es posible exportar experiencias sin más, sino que cada país debe partir de su propia experiencia y de su propia reflexión” concuerdo totalmente con lo que expresó Álvaro Marchesi en 1995, cada país tiene y debe tomar como punto de partida la situación real en la que se encuentran todos los sectores que componen su sociedad para diseñar a partir de ello una serie de estrategias diferenciadas que coadyuven al logro de una sociedad cada vez más equitativa.
Ante ello, comparar el desarrollo de México con relación a otros países que se configuran de una manera totalmente distinta a la nuestra, por ejemplo nuestro ingreso a la OCDE, resulta desastroso y para nada fructífero en materia de avance no sólo educativo sino también económico y social. De este modo sostengo que antes de engrosar las filas de países con intentos de convertirse en desarrollados, debemos dar un vistazo a las condiciones tan deplorables en las que vive gran parte de nuestra población mexicana. Lo prioritario para nuestras autoridades en todos sus sentidos entonces debería ser garantizar en todos los estratos sociales el cubrimiento de las necesidades básicas de subsistencia, paralelo al desarrollo de nuevos modelos educativos que atiendan las necesidades de cada contexto claro está.
La desigualdad en la distribución de los recursos en México es una práctica que merma cualquier intento de cambio social y mientras esto siga existiendo de una manera tan evidente el avance simplemente no podrá llevarse a cabo. Es así como debemos detenernos a repensar qué y cómo estamos haciendo nuestro trabajo, si de verdad estamos contribuyendo a algún cambio o si lo haremos en un futuro. Puesto que la educación es la base gestora de todo cambio y los maestros somos piezas fundamentales en ello.
Elaboró: Ana Victoria Benito Lagunes
Referencia: Marchesi, Álvaro (1995), “La reforma de la educación secundaria: la experiencia de España”, en Revista Iberoamericana de Educación, núm. 9, Madrid, Organización de Estados Iberoame-ricanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, pp. 77-90.
Elaboró: Ana Victoria Benito Lagunes
Referencia: Marchesi, Álvaro (1995), “La reforma de la educación secundaria: la experiencia de España”, en Revista Iberoamericana de Educación, núm. 9, Madrid, Organización de Estados Iberoame-ricanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, pp. 77-90.