lunes, 25 de octubre de 2010

Un caso común, nada especial



“Él solo aprende las respuestas y resuelve los exámenes. Sobra decir que ha olvidado la mayoría de las respuestas que una vez ´conoció´ lo suficiente para pasar, a veces brillantemente.”
¿Para qué existe la escuela? Es una pregunta que nos deberíamos plantear todos los miembros de la sociedad en tiempos donde las disfunciones, problemas y contrariedades pesan más en el panorama de los futuros ciudadanos.
¿Qué pasa en la escuela que los niños y jóvenes se ven en la necesidad de aprender respuestas mecánicas para pasar pruebas aún más estandarizadas? Sucede que los contenidos que ofrece se han desvirtuado a los ojos de los estudiantes, se antojan desligados de su contexto y sin aplicación práctica en su vida presente y futura.
Los alumnos, por no calificarlos como estudiantes, se enteran que al día siguiente hay exámenes. Esa  noche se ponen a repasar los temas abordados, revisan todo lo que no hicieron en un bimestre, incluso formulan mecanismos para aprenderse las respuestas de manera textual, y después de que ven su boleta, una sonrisa se esboza en su rostro. Pero cuestionémosles sobre los contenidos y es muy probable que no lo recuerden, ese fenómeno no es culpa de ellos sino de los docentes y del mismo sistema que exige ese tipo de  contestaciones.
Los docentes debemos propiciar un ambiente donde la reflexión y la crítica sean la panacea del nuevo ciudadano. Un hombre capaz de cuestionarse, deliberar y ofrecer soluciones a sus problemas personales y contextuales. ¿Cómo lograrlo? Empezando a reflexionar y comprender en uno mismo.

Goodman, Paul (1985), “Un caso común, nada especial” en Olac Fuentes Molinar (comp.), Crítica a la escuela. El reformismo radical en Estados Unidos, México, SEP/El Caballito, pp. 65-88.
Por José Luis Manguila García

El universo discursivo en el cual se crece





“La máquina social no requiere ni desea que la juventud encuentre su identidad y vocación; se interesa solamente por la aptitud. No desea una nueva iniciativa, sino la conformidad”.
La máquina social no desea que la juventud encuentre su identidad, porque generalmente cuando se le encuentra a estas edades es fermento de ideas radicales y reaccionarias contra el sistema impuesto por los adultos. Una revolución natural del adolescente que se percata de la explotación, represión  y aprovechamiento que los distintos mecanismos despliegan sobre el “mercado” más propicio.
¿Pero qué sucede con aquellos jóvenes que habiendo encontrado su identidad se conforman con lo que les ofrece el sistema? Se vuelven tímidos, desconcertados y hambrientos sexualmente, consumen banalmente todas sus horas y están a la expectativa de la corrección que el adulto haga sobre sus actitudes y comportamiento. Tal pareciera que simular, sería la alternativa más factible para mimetizarse en el ambiente y continuar reproduciendo el orden imperante.
El adolescente vive una gran disyuntiva: lo que su carácter, temperamento y sentimientos le indica que puede realizar y lo que la sociedad impone como valores que ni siquiera respeta ella misma. Ante ese universo discursivo en el cual se crece, el apoyo de los docentes como andamio reflexivo y crítico es fundamental para lograr miembros conscientes que no perpetúen los viciados mecanismos de funcionamiento social.
Goodman, Paul (1985), “El universo discursivo en el cual se crece” en Olac Fuentes Molinar (comp.), Crítica a la escuela. El reformismo radical en Estados Unidos, México, SEP/El Caballito, pp. 65-88.
Por José Luis Manguila García

Una Nueva Política de Progreso



El acto de limitar e ignorar los derechos fundamentales de todo individuo o de un grupo social por el color de su piel, origen étnico, sexo o preferencia sexual es y ha sido uno de los mayores problemas que han existido en la historia y en la propia actualidad. La discriminación e intolerancia hacia lo contemplado como “diferente”, conforman en nuestras sociedades un largo y complejo camino por abatir, ante la cultura de rechazo y segregación aun imperante a nivel mundial.

Durante la segunda mitad del siglo XX, una serie de movimientos sociales encabezados por grupos de protesta, manifestaron su inconformidad ante las injusticias que éstos protagonizaban entre la población estadounidense. Fue entonces, que alzaron la voz en diversos escenarios con la convicción de exhibir las desigualdades de tipo económico, político y social de las cuales eran víctimas. Feministas, afroamericanos, minusválidos, hispanos y nativos americanos, marcharon hacia un largo camino en defensa de sus derechos y la lucha en contra de la segregación presente en ese entonces.

Un proceso, sin duda alguna difícil por las disputas surgidas entre miembros de tales grupos y el resto de la población estadounidense e inspirado por ideas de líderes denominados “activistas”, quienes pugnaron juntos por un “progreso” en todos los sentidos, escudándose en que la educación constituiría la clave para el logro del mismo. Las diversas propuestas, encaminadas hacia el establecimiento de escuelas públicas que abrieran sus puertas a todo ciudadano sin distinción alguna, fue convirtiéndose poco a poco en realidad, aunque surgieran con ello numerosas aristas que pusieran a prueba qué tan eficiente había sido el denominado “progreso” alcanzado hasta el momento.

La educación, vista como el instrumento más poderoso que ayudaría a velar por una desegregación, no sólo fue vista como un canal hacia la disminución de las desigualdades de oportunidades propias de la época, sino como una herramienta para el avance de la sociedad estadounidense como tal en las siguientes décadas.

Ahora bien, la lucha contra el imperialismo cultural estadounidense de todos los tiempos, ha permitido entender de nuestra parte que el progreso en su sentido amplio no se logró como tal y que es muy ambicioso pretender que éste, se llevará a cabo en un momento determinado. El presente de Estados Unidos, afronta más que un problema de oportunidad educativa. En los últimos años, la desigualdad y exclusión en dicho país se ha venido acentuando. Cada vez, se incrementa la diferencia entre ricos y pobres, por tanto las consecuencias de esta situación son múltiples y ya están produciendo importantes cambios en la dinámica económica, la estructura social y la participación política.

Entendiendo que los derechos humanos, son privilegios que todos gozamos y que son la libertad e igualdad, aquellos principios que promueven el aprecio por los mismos, resulta preocupante cómo en dicho país se ignoran éstos y se da apertura a la discriminación, intolerancia y exclusión entre quienes conforman parte de su estructura social.

Considero que el conocimiento de las diversas manifestaciones culturales, el respeto de los derechos humanos y el fomento de la pluralidad de ideas y opiniones son algunas formas de acabar con los prejuicios y la intolerancia, no solo de Estados Unidos sino del mundo, pues es mediante una actitud receptiva y abierta que pienso, puede terminarse con aquellos problemas que limitan la convivencia humana en todos sus sentidos. 

Por: Maryneé Guadalupe Delgado Rodríguez

Tyack, David y Larry Cuban (2000), “Una nueva política de progreso”, en En busca de la utopía. Un siglo de reformas en las escuelas públicas, México FCE/SEP (Biblioteca para la actualización del maestro), pp. 55-60.

La trampa universal



La educación es una función natural de la comunidad que se da inevitablemente, ya que los jóvenes van creciendo a partir de los conocimientos de los mayores. La escolaridad formal fue un auxiliar razonable de este proceso inevitable en estos años de fuertes corrientes.
Las escuelas públicas de los Estados unidos han ejercido una fuerza poderosa y benigna para democratizar a una enorme población heterogénea. Pero el verdadero sentido de esa educación es formar y educar su sociedad y su “desarrollo individual”. Pero se pensó que el hecho de seguir valorándolas igual, cuando las condiciones habían cambiado se volvió una trampa universal y la democracia comenzó a aparecer como una reglamentación siendo esta una visión distinta la que obsequiaba la escuela.
Por lo que las escuelas casi han dejado de ser y de representar cualquier valor humano; más bien se habían adaptado con sencillez a un sistema mecánico, y se cuestionaba si sus jóvenes debían seguir en la escuela puesto que era nada formativa, cabe declarar que había una preocupación por la educación por lo que se llegó a la idea de darles una oportunidad para que tuvieran un futuro más decente y prometedor.
En este contexto la escuela se consideraba como una de las instituciones más legítimas y confiables, pero esa percepción se modifico en un objeto de denuncia y crítica social, calificándola de promotora de la ideología y valores de un grupo dominante, que no respondía a las necesidades de un sistema, por lo que se encontraba al margen de las necesidades de los sujetos en formación. Ubicando a la escuela en un nuevo contexto, diferenciado por problemas sociales y políticos. Cabe destacar que la visión presentada lleva a la conceptualización de la escuela como un medio que produce mediocridad y conformismo, que impide tanto la independencia como la originalidad de pensamiento y que contribuye a la injusticia social y a la discriminación. A decir verdad hubo una crítica a la escuela por una corriente radical, que género la necesidad de pensar en una posibilidad más constructiva, que considere las contradicciones que la sociedad encarna, producto de una “revolución cultural.
 Elaboró: Luis Alberto Del Rivero Sánchez

Referencia:
Goodman, Paul (1985), “La trampa universal” en Olac Fuentes Molinar (comp.), Crítica a la escuela. El reformismo radical en Estados Unidos, México, SEP/El Caballito, pp. 65-88.

viernes, 1 de octubre de 2010

"Informe Spens"




Surgió en 1938 para dar solución al problema existente en el sistema educativo desde ya varios años atrás, lo que buscaba principalmente era otorgar una educación de calidad priorizando las necesidades e intereses de los alumnos, demandaba  mantener una estructura básica para todas las escuelas, de este modo al terminar de la educación postprimaria los egresados tenían mayores oportunidades de encontrar un trabajo remunerado que les procurase un futuro seguro para poder subsistir ulteriormente, finalmente se aprobó la existencia de escuelas multilaterales, las cuales se encargarían de cumplir parte de los objetivos determinados anteriormente.
            Otra de las recomendaciones por parte del comité Spens era que los salarios otorgados a los docentes dependieran principalmente de su calidad como profesionales, es decir, tomando en cuenta su capacidad y experiencia al impartir su enseñanza. Si nos enfocamos en este punto, es notable como tal problemática ha sido una constante  en el sistema, no solo en el inglés del siglo XX, sino en el mexicano de hoy. Una realidad, un secreto a voces, del cual todos conocen pero ninguno toma acciones para recomponerlo, pues son los mismos integrantes del magisterio los que más se verían afectados, debido a que se evaluarían y determinarían sus salarios de acuerdo a su desempeño en las aulas, la calidad de su trabajo y la aportación al beneficio de la comunidad.  
Elaboró Anyulli Martínez del Angel
 REFERENCIA: Bernbaum, Gerald (1971), [“La expansión de la educación secundaria”"El Informe Spens"] “The expansion of secondary education” en Social changes and the schools, 1918-1944, London, Routledge and Kegan Paul, pp. 38-51.